
A golpe de decreto regio se produjo el nacimiento de la Adra contemporánea, tal como la conocemos ahora, acontecimiento que marcará un antes y un después, o mejor dicho, el “después” definitivo, pues no hay que olvidar que Adra viene de Abdera, la colonia que fundaran los intrépidos navegantes fenicios en el Cerro de Montecristo y que, por avatares de la Historia, cambiara el epicentro de su ubicación original.
La naturaleza de sus gentes converge hoy con el legado de su industria más rentable, el azúcar.











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