
Así reza en un documento fechado en 1282 del rey Pedro III de Aragón escrito en latín, en el que ordena construir un lugar fortificado en las faldas del Peñón de Ifac, para controlar este enclave de la costa alicantina. A pesar de las buenas intenciones del monarca, los intentos de ocupación poblacional del lugar fracasan, y no será hasta 1298 cuando el almirante Roger de Lauria solicita permiso real para construir en el lugar Ifac una villa protegida y amurallada.














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